sábado, 15 de noviembre de 2014

JESÚS y el ESPÍRITU SANTO - AMBOS CONSUELAN EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES




"Una luz que guía"


LA PAZ DE CRISTO NO ES LA PAZ DEL MUNDO



La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. 
No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. 
Juan 14:27 (RVR1960)

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Por 
Carolina Alfaro

La llegada de Internet amplió las posibilidades de relacionarnos con otras personas. Por ejemplo: de repente en las redes sociales conoces a alguien, comienzas a intercambiar conversaciones, ideas, imágenes, música, creencias; descubres que tienes con esa persona afinidades o intereses comunes. En algún momento la relación puede profundizarse  tanto que la otra persona deja de ser un contacto desconocido para convertirse en alguien que moviliza sentimientos y emociones. Me ha sucedido y como a mí, a millones más. Conoces a alguien y te involucras. ¿Te ha sucedido algo similar?

La pregunta que debemos hacernos cuando sucede algo así es: ¿Qué bendición puede reportar relacionarse con alguien a la distancia? Podría estar mucho rato escribiendo sobre noviazgos nacidos gracias al uso intensivo de las redes pero, no es el tema de este breve post. Sino testimonios que he recopilado a lo largo de mis horas atendiendo llamadas de cientos de personas.  Quisiera que me crean cuando les digo que muchas de estas charlas son, evidentemente, utilizadas por el Espíritu Santo –que habita en nosotros- para edificar. A veces una charla breve sirve para que la presencia de Dios se manifieste a través de una conversación a distancia en otras personas.

Esto no debe causar sorpresa. Sabemos que Dios se manifiesta de modos diferentes. Con el paso del tiempo he comprendido esta particularidad de nuestro Señor. A veces tengo que enfrentar situaciones sumamente desagradables y otras totalmente diferentes. Dado que las personas llaman para consultar, es inevitable desembocar en ocasiones, en temas fuera de tópico. (Off topic).

Tengo mucho para narrar basado en mis experiencias pero, basta un ejemplo: he comentado que a veces,  las personas se enojan cuando perciben el acento extranjero de quien atiende la llamada. Piensan que uno, por no ser de Estados Unidos, simplemente no podrá resolver sus problemas. De pronto, gracias a la impunidad que otorga la distancia, muchos individuos se transforman en seres realmente nefastos: nada más al escuchar, sin importarles si uno aún con acento habla lo suficientemente bien como para tener una conversación superior a la media,  desatan de su corazón un tremendo de enojo o quizás rabia, ira, o sea, violencia verbal. Palabras como “india de m”, “no quiero hablar con indios” etc., son de las faltas de respeto que más se escuchan y por paradójico que parezca, muchos de quienes hablan de este modo no son blancos.

Yo no logro explicar que vivencias, sentimientos, sensaciones, motivaran semejantes comentarios injuriantes;  a veces   imagino que son sus demonios internos que no resisten la presencia de una persona a la que perciben con  Espíritu Santo; sinceramente, no logro explicar. Si me doy cuenta que el pecado está tan extendido que la convivencia amable con el semejante ya no es prioridad para miles. Por tal razón, estas personas  lanzan cada mala palabra y solo con el fin de lastimar: destilan  odio hacia uno, tratando de humillar, insultar, provocar. 

Al principio me mordía los labios para no responder. Otras veces, sentía la ira exigiéndome replicar. Finalmente ore a Dios para que me diera fortaleza y en la actualidad, cuando aparece alguien así, me lo tomo a risa, queriendo decir con esto, que ya no  presto atención a que dice. Este control de emociones propias que no viene de lo alto, porque como afirma la Palabra,   la paz de Dios sobrepasa todo entendimiento y  guarda nuestros corazones y mentes. "Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. (Filipenses 4:7). 

A veces, en tanto griterío vano del mundo, aparece alguien con quien se puede dialogar. Recuerdo la charla que tuve con una señora quien,  al comenzar a interactuar mediante el teléfono, se identificó como una abuela. Por tal razón, de ahora en más,  la llamaré de este modo. Luego de explicar  la razón de su llamada, que duró unos minutos, percibí que ambas teníamos una conexión, como que yo la conociera de mucho tiempo. La conversación fluyó amablemente y al rato, estábamos compartiendo, hasta recetas de cocina. De pronto hace silencio y sentí como un suspiro; luego  me pregunta con su voz muy dulce: 

-¿Cómo dijiste que te llamabas? Le repetí y me añade luego: - Ah, te llamas Iris como la flor-. Seguidamente agrega: -¿Sabes? he hablado con muchas personas de tu trabajo pero a nadie le he sentido esa dulzura que hay en ti; se siente que eres una persona de un buen corazón y transmites una paz que nunca antes la sentí, y quiero que sepas que Dios te va a bendecir, no importa lo que estés pasando pero sé que Dios te va a bendecir, porque eres una flor de Dios.

Créanme; después de todo un día aguantando salvajes mal educados; que alguien me hablara de ese modo hicieron que, automáticamente, me brotaran lágrimas. Sentí la obligación de informarle que sus palabras habían sido un gran aliciente para mí,  en ese momento. Acabada la charla, entendí que el Espíritu Santo había obrado tanto en ella como en mí, regalándonos un rato de paz,  un momento gratificante que, por las emociones percibidas,  me alentaron en un momento de dificultad anímica, a estar más firme que nunca junto  a Dios.

A veces nos es difícil estar sonrientes todo el tiempo pues cada día tiene su propio afán, pero no olvidemos, cristianos,  las promesas de Dios. Les invito andar vestidos siempre de la presencia de Dios, en santidad y en el amor de Cristo Jesús, a fin de sazonar  al mundo  con el sabor del evangelio. Procurando vivir en paz con todos en la medida de lo posible, disfrutando de  la  paz de Dios en nuestras vidas y de la guía de su Espíritu que es una  luz que guía en medio de tantas tinieblas de maldad. 

Hagamos nuestro el mandato de Dios que en su momento le dijera a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.” (Josué 1:9 RV 1960) sin olvidar que tanto Jesús como el mismo Espíritu Santo estan siempre a nuestro lado ayudándonos a superar todo momento malo en nuestros empleos.
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15 Si me amáis, guardad mis mandamientos.

16 Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:

17 el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.

18 No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.

19 Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.

20 En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.

21 El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.

22 Le dijo Judas (no el Iscariote): Señor, ¿cómo es que te manifestarás a nosotros, y no al mundo?

23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él.

24 El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió.

25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros.

26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14: 15-27).
 



 

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