viernes, 24 de noviembre de 2017

CANÍBALES en PATAGONIA



"FILETES de TURCO"

A principios del siglo XX, varios delincuentes guiados por una mujer espiritual
atacaron a numerosos comerciantes turcos y árabes. Luego de tomarlos prisioneros
los asesinaron. Posteriormente se comieron a sus  víctimas en un trágico episodio de canibalismo en la Patagonia

___________________


¿Por qué sucedió esto?

Don Elías Chucair, descendiente de los inmigrantes árabes y turcos,
Y Juan Nilo Fulvi
esbozan algunas respuestas

(El presente artículo fue publicado por primera vez en julio 2011. Fue actualizado en noviembre de  2017)

El libro del escritor patagonico Elías Chucair
donde narra las andanzas de los caníbales patagónicos

Cuando almorzar a tu semejante es una opción para la vida

Por 
Marc Pesaresi


El canibalismo es de larga data entre los Seres Humanos. Fue practicado bajo la forma del ritual religioso; para implantar terror en pueblos dominados y con el fin de saciar el hambre en tiempos de hambrunas. Actos de supervivencia desde los día del homo antecesor de Atapuerca de unos 700.000 años de antigüedad hasta fechas recientes. 

El término “caníbal” viene del nombre con que los Tainos conocían  a la tribu Cariba o Caribes, quienes tenían la costumbre de canibalizar sus víctimas según narran las crónicas hispanas de la Conquista.

En la Patagonia se sabe de actos caníbales ocurridos en tiempos de crisis bélicas. Se informa que los Mapuches, por ejemplo, durante la extensa Guerra de Arauco (1536-1883) que duró aproximadamente tres siglos, practicaron ocasionalmente el canibalismo impulsados por hambre extrema ocasionada por  beligerancia permanente con tropas coloniales españolas y chilenas. 

No fueron actos costumbristas ni rituales, sino desesperados deseos de vivir para continuar la lucha por su libertad. También se dijo que los indios fueguinos consumían carne humana pero nunca fue probada tal costumbre. 

Esta práctica que suele repugnar la conciencia occidental reapareció dentro de un contexto de violencia y desintegración socio económico de la región patagónica, que afectó a pueblos aborígenes durante los primeros años del siglo XX posterior a la guerra contra el blanco.

Inmigrantes devorados en la inmensidad de las meseta patagónica

La primera denuncia formal sobre la desaparición de inmigrantes sirios libaneses en la Patagonia Norte a manos de bandoleros aborígenes, fue radicada en el desolado paraje de El Cuy por el ciudadano Salomón el Dahuk, el 15 de abril de 1909, quién para esa fecha, se hallaba angustiado por la falta de noticias de su cuñado José Elías y un peón árabe Kesen Ezen; este lo acompañaba en sus labores de intercambio comercial. El Dahuk declaró apesumbrado que desde agosto de 1907 no sabía nada de su pariente. (1)


Como para entonces los rumores de “turcos” –así se llama a los inmigrantes sirios libaneses en Argentina- desaparecidos en las mesetas rionegrinas se habían transformado en un clamor desesperado entre sus familiares y amigos que peticionaban a las autoridades para que el gobierno hiciera algo que permitiera averiguar sus paraderos.

Frente a las demandas, el gobernador del Territorio de Río Negro Carlos Gallardo ordenó al jefe de Policía Domingo Palasciano que procediera a investigar lo que estaba sucediendo. El oficial superior acató la orden. Comisionó al áspero comisario José Torino; cuyo sable tenía fama de no escatimar filo a la hora de dar castigos a maleantes y vagos por igual; para que averiguara que había sucedido con tantas personas perdidas en la inmesidad de las mesetas patagónicas.


Comisario Torino
Foto
Caras y Caretas

Torino andaba complicado a la hora de iniciar la investigación porque nadie le decía nada, hasta que por algún rencor mal guardado o saturación,  llegó en su auxilio el testimonio del menor Juan Aburto – de 16 años de edad- quién se decidió declarar que: "un grupo de indios  venidos de Chile, andan matando mercachifles (comerciantes) pa robarles todo" y agregó, ya suelto de lengua, que había presenciado no menos de cuarenta asesinatos.

Este mismo personaje informó entre otras cosas, la cantidad de miembros de la banda y en que parajes de la región se podían encontrar a los bandoleros, por lo que Torino, ya sabiendo donde ir a buscar, aprestó una poca cantidad de policías territoriales.

Al mando de 10 efectivos "¿pa qué más? con estos me sobran" se dice que respondió cuando le advirtieron que era poca la tropa para enfrentar una banda de mas de cien individuos,  el comisario salió desde el Alto Valle del Río Negro al trote hacia el sur, sabiendo que lo esperaban días muy difíciles con temperaturas por debajo de 15 grados.


Con el panorama delictivo aclarándose, el comisario Torino tuvo una punta de ovillo donde aferrarse y rumbeó para las tolderías de los presuntos autores de los crímenes. Lejos estaba  de saber que se enfrentaría con una realidad espeluznante. Cuando por fin arribó a las tolderías de Macagua, lo abofeteó la realidad. 

Una mujer como pocas

Pablo Berbránez, chileno, alto, rubio, de ojos verdes y elegante vestir de  negro, cuya función era nada menos que ser  Juez en Tolten, estaba asociado a los asaltantes como reducidor de los bienes robados los cuales comercializaba en Chile. (2)

A Torino no le fue sencillo rejuntar a los presuntos asesinos, quienes al enterarse del operativo policial, habían salido al galope tendido a refugiarse en las sierras y parajes distantes. Pero con paciencia y astucia, prepotencia y vigor, los fue apresando a todos hasta tener maniatados unos 45 hombres y 8 mujeres a los cuales los mantuvo vigilados en el paraje Lagunitas. Posteriormente los condujo hasta el Fuerte General Roca donde se iniciarían el proceso judicial de los detenidos. 

Agentes territoriales, apresando caníbales
Se puede ver algunos detenidos
Siendo amarrados con tientos y tapados 
como para aguantar el frio.
Foto
Caras y Caretas
Los caníbales
Pedro Vila, Alberto Maripé, Hilario Castro y Juan Carrillo
(De izquierda a derecha)
Custodiados por un milico de la policia territorial
Foto
Caras y Caretas
Mujeres caníbales
Fotografiadas en el fuerte Roca
Foto
Caras y Caretas
Capitanejo Juan Cuya en custodia policial
Foto
Caras y Caretas
Vecinos del fuerte Roca
Esperando la llegada de los caníbales
Fue un evento al que nadie quiso estar ausente
Foto
Caras y Caretas

Al llegar, el comisario Torino debió afrontar cargos por abuso de autoridad de parte de los presos,  que lo llevaron a la cárcel por cuatro años. Efectivamente, aunque el lector le parezca increíble, ya en esos días, los delincuentes conocían muy bien las leyes y derechos que les correspondían. Con el Comisario en el calabozo, compartiendo horas con quienes había apresado, la comunidad sirio libanesa, asombrada y airada más tarde, salió en su defensa aportando dinero y abogados en un intento por ayudarlo. Así de agradecidos estaban estas personas con el policía a diferencia de las "autoridades" territoriales a quienes no le gustó nada que Torino desmantelase la actividad del mayor grupo delictivo por entonces, en el norte de la Patagonia.

Siempre hubo "tranza" (negocios ilegales) en Argentina

Torino debió afrontar vejámenes por haber hecho bien su trabajo mientras que los procesados fueron liberados por faltas de pruebas. Y mientras los asesinos de árabes recuperaron la libertad, el comisario quedo encerrado junto a prisioneros que al reconocerlo, le hicieron la vida imposible sin que ningún funcionario gubernamental saliera a protegerlo ¿por qué?

Tal parece que Torino tuvo la mala suerte de arruinar el comercio espurio de algunos poderosos que estaban en el poder. Se deduce por las pruebas preservadas, que los mapuches chilenos no habrían actuado por propia iniciativa sino que fueron la punta de lanza de una organización internacional dedicada a comerciar en Chile productos robados en Argentina. 

Robar a los inmigrantes era un buen negocio "total ¿quién va a reclamar por estas pobres personas?" Pero se equivocaron, sí que hubo reclamos y creció el escándalo en tiempos donde, la ciudad más grande del norte de la Patagonia no era sino, un grupo de casas apiñadas junto a la rivera de un gran río y que se llamaba Carmen de Patagones, como a 700 km hacia el este.

Chucair comenta que más de 50.000 lanares cruzaron la frontera hacia el país vecino, y que nada de lo sustraído a los árabes se recuperó. Refuerza la idea que estas gentes al margen de la ley eran manipuladas por poderosos de la región implicados en los robos. La continua visita de un juez chileno a territorio argentino para contrabandear mercaderías a lomo de mulas, muchas de ellas robadas a los asesinados, es prueba de que existía corrupción en el poder. 

A Torino se lo acusó de torturar a varios detenidos de modo tan brutal, que merecía castigo por su proceder. Pero hay que recordar que tales prácticas era "habituales" en esa época. Sin embargo a Torino le toco "comerse un garrón" (chivo expiatorio) no tanto por pegar sino por arruinar las mensualidades de quienes lucraban a escondidas.


Elías Chucair
Junto a 
Juan N. Fulvi
Foto
Gentileza 
Diario El Popular 
de Olavarría, provincia de Buenos Aires
Argentina

Antonia Gueche, alias Macagua, ex soldado del Ejército Nacional y bruja patagónica

Si Nueva Orleans tuvo a las dos Marie Laveau (madre e hija) y  Escocia a las brujas de Berwick, Patagonia también tiene que tener una bruja con fama. Quizás, la de mayor renombre sea Macagua, apodo con el que se conoció a Antonia Gueche, una mujer de gran personalidad que no dudó en vestirse de hombre, para dar de alta entre las tropas que combatían a los indios en el sur de Argentina. 

Una vez conquistado el extremo sur del país, muchos soldados fueron licenciados sin más premio que algunos pocos pesos. Quizás Macagua fue una de esos servidores que, dados de baja y sin un peso, no tuvo opción que dedicarse a la hechicería y al robo para ganarse la vida. Eso no se sabrá nunca porque hay poca información sobre esta parte de su vida.


"Papeleta" Argentina 
con la cual algunos prueban, que Macagua fue miembro del Ejército Nacional
que luchó contra los indígenas del norte de la Patagonia
Foto

Macagua no era una machi (bruja) cualquiera. Tenía mucho poder. Era tan poderosa que, se dice, logró influir en las determinaciones del comisario Torino quién la dejó escapar. Fue la única de más de cien detenidos de la banda caníbal que lideraba como testaferro de poderosos anónimos, a la que no alcanzó la "mano" de la justicia. 

También se dice por ahí, que murió enferma entre grandes dolores como castigo cruel, de parte de Dios, por andar haciendo tanto mal sobre la Tierra. A mi se me hace que murió sola y triste en algún rancho frío, olvidada por todos, hasta por el mismo Gneguechen (Dios creador y tutelar mapuche).

Mientras lideró con mano firme y "espiritualmente" a la banda caníbal, asombró con la crueldad y paganismo de sus prácticas. Cortaba, por ejemplo, el pene y los testículos de los árabes capturados y también les arrancaba el palpitante corazón, para disecarlos y elaborar preciados amuletos y hechizos. 

Luego, cortaba algunos trozos "blandos" de las víctimas y los asaba para más tarde comérselos. Algunos testigos narraron que Macagua usaba además,  huesos humanos para realizar hechicerías "fuertes", con los cuales asegurarse éxito y protección. A esta práctica de "almorzar prisioneros" convidó a unírsele a todo el resto del grupo, que aceptaron comer la carne del prójimo  más que nada, por miedo a las brujerías -era gente muy supersticiosa- o bien, por obediencia debida, a saber. 

Lo cierto es que, un capitanejo -líder del grupo- apellidado Cuya confesó más tarde haber adquirido el hábito de desayunarse al alba, con "filetes" de turcos recién "carneaos" (muertos).

Los caníbales 
Alberto Maripe y Pedro Vila
Foto
Caras y Caretas

¿Por qué se comieron algunos “turcos” estos indígenas y mestizos desarraigados?

Los líderes que secundaban a Macagua como Pedro Vila, Juan Cuya –cuñado de Berbránez el juez de Tolten y quien declaró que le gustaba desayunar con filetes de “turcos”- Hilario Bustos y Benigno Muñoz entre otros, se contradecían  a la hora de explicar el por qué tanta violencia. Sí coincidían en asegurar que comieron personas  porque “los demás lo hacían incitando al resto” a instancia de Macagua. 

Parece ser que estos actos de canibalismo, lejos de corresponder a algún acto de supervivencia o ritual religioso, ocurrieron solo como parte de la complejidad de la conducta de mentes criminales. Algunos testigos narraron que Macagua usaba huesos y restos humanos (testículos y corazones) para realizar hechizos, con los cuales asegurarse éxito y protección.

¿Por qué algunos mapuches cometieron canibalismo?

Cabe recordar que, durante la mayor parte de la guerra de los mapuches contra los winkas, estos batallaron bravamente pero nunca se supo de comportamiento semejante a no ser, las sucedidas en Arauco cuya justificación es el hambre. No era costumbre mapuche comer seres humanos. ¿Entonces...?

Llama la atención el perfil criminal de la mujer llamada Macagua, quienes los mismos detenidos la sindicaron como líder. Según contaron algunos presos, cuando el delincuente Marcelo Loncón decapitó al “turco” Emilio "porque le había llegao la hora", la mujer le abrió el pecho mientras la sangre aún saltaba de las arterias del "cogote" con una cuchilla, sacando el corazón "limpito" para hacer más tarde, magia "de la buena" (eficaz).  Con la ayuda de un tal Zañico, al rato,  partió el cadáver en dos pedazos a la altura de la columna vertebral y hachó las costillas las que asó y comió "al mediodía". 

Macagua sin duda, fue una mujer excepcional que bien vale la pena un trabajo de recuperación histórica. Es posible que, estando en el ejército, haya conocido gente que después la secundó en sus actividades y como bruja, habrá "ayudado" a incontables familias en tiempos donde la medicina era prácticamente inexistente y solo reservada para los más ricos. En esos menesteres habrá entrado en contacto con poderosos de tuno a los cuales hizo favores. Pero ¿de dónde le vino la idea de matar y comer seres humanos? No se sabe.


Antonia Gueche alias Macagua desapareció en un manto de leyendas que la refieren asesina, sádica y capaz de matar a sangre fría. En esos días de tanta violencia campestre, hubo innumerables crímenes en los campos argentinos que quedaron impunes.

Más de cien años de guerra civil y luego, contra los indios, endureció de tal modo a los habitantes de los campos, que eran capaces de cualquier cosa a la hora de sobrevivir. Queda la duda para quien o quienes trabajó Macagua, ya que es indudable que fue parte de una banda muy grande dedicada a lucrar con el robo de ganado y mercaderías. Tan grande debió ser este grupo, que debió involucrar gente del poder político y judicial tanto de Chile como de Argentina.

Hoy día, con las hechicerías siendo reivindicadas como un derecho a la libre expresión de ideas ancestrales, vale la pena recordar que todo exceso, termina a la corta o a la larga, en este tipo de criminalidad. Nunca más hubo en Patagonia, después de este hecho, canibalismo masivo.

_________________


1.Ardüser, Leonhard; "Un Suizo en la Patagonia"; Edición del autor; Bariloche; Río Negro; Argentina; 2004. Ardüser, quien trabajó en la construcción del ferrocarril entre San Antonio Oeste y Bariloche, refiere el problema de la inseguridad que mortificaba a los pobladores de esta parte del país, informando en su diario que, hacia 1911, "los dueños de almacenes, boliches y comerciantes ambulantes, que con sus carros o de a pie recorren pueblos, solitarias estancias, campamentos y ranchos aislados, vendiendo espejitos, hilos, agujas, telas, etc., aquí (refiriéndose a la zona sur de Río Negro) los llaman a todos "turcos". En realidad, entre ellos también hay aparte de turcos: sirios, libaneses, polacos, italianos y otras nacionalidades. Muchos de los que venden recorriendo estas regiones se hicieron ricos. Compran barato en Buenos Aires  y hace aquí una buena diferencia. Empero, el trabajo es duro y riesgoso. Más de uno dejó la vida a manos de asesinos, o se topó (encontrar) con bueyes o toros ariscos que le causaron la muerte. También, vuelta a vuelta, se escucha que turcos, estancieros y chacareros fueron saqueados y  asesinados por los indios (¿se estará refiriendo a la banda de Macagua?) (...) En el momento, el ejército, con metralleta, está en búsqueda de una banda de diez norteamericanos. Hace unos años tienen en jaque al sur, con robos y asesinatos".( Pág. 45, 46). 

2.Durante la larga guerra que sostuvo el gobierno de Buenos Aires con las nacion mapuche, parte del ganado sustraído durante los malones (ataques) indígenas a las estancias y poblaciones blancas (en realidad eran pequeños pueblos habitados por blancos, mestizos, algunos pocos negros -que sobrevivieron de milagro a las guerras de independencia, civiles e internacionales del país- con algunos indios "amigos") fue arreado hacia el sur de Chile donde era revendido a buen precio entre los hacendados. De modo que, durante muchos años, mapuches de la Araucanía se constituyeron en buenos importadores de carne vacuna y ovina que otros mapuches obtenían en las pampas argentinas. En este contexto, no es de extrañar que un juez chileno se atreviera a cruzar la frontera sin vigilancia del norte de la Patagonia para continuar con un comercio ilegal que ya era casi costumbre.



Bibliografía consultada

Ardüser; Leonhard: "Un SUIZO en la PATAGONIA"; Edición del autor; Bariloche; Río Negro; Argentina; 2004.-

Chucair, Elías: "PARTIDAS SIN REGRESO de ÁRABES EN LA PATAGONIA"; Ediciones del Cedro; Buenos Aires; Argentina; Tercera Edición; Agosto 2000.-


Haurie; Virginia: "MUJERES EN TIERRA DE HOMBRES –HISTORIA REALES DE LA PATAGONIA INVISIBLE"; Ediciones Carena; Argentina.-

Fulvi; Juan Nilo: "LA MATANZA DE TURCOS EN LAGUNITAS: UN FINAL DE PELÍCULA"; Agencia Periodística Patagónica.-

Pérez; Pilar: "CUATREROS, COMERCIANTES, COMISARIOS. PODER Y CAPITAL EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX EN RÍO NEGRO; "El mundo de los delitos, justicias y la Historia Social en Patagonia"; IV Jornadas de Historia Social de la Patagonia; 19 y 20 de mayo de 2011; Santa Rosa; La Pampa; Argentina.










martes, 14 de noviembre de 2017

ODONTOLOGÍA - COGNAC COMO ANESTESIA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX EN PATAGONIA NORTE


COGNAC COMO ANESTESIA ODONTOLÓGICA



A principios del siglo 20 
extraer muelas era una tarea difícil, 
sobre todo si al paciente
se lo anestesiaba con
copas de cognac



Por
Marc Pesaresi


En abril de 1911, el suizo Leonhard Ardüser quien; desde febrero del mismo año venía trabajando para la Comisión de Estudios Hidrológicos bajo las órdenes del ingeniero norteamericano Bailey Willis; llegó muy dolorido a San Antonio Oeste por causa de una infección en varias muelas.

El malestar lo venía acompañando más de diez atrás y vale la pena subrayar la resistencia del centroeuropeo porque, cualquiera que ha padecido dolor de dientes con infección sabe muy bien, cuanto incapacita tal sufrimiento.

Ardüser trabajaba en la construcción del ferrocarril que habría de unir San Antonio Oeste con San Carlos de Bariloche.

La construcción del ferrocarril entre Viedma y Bariloche
implicó la destrucción del activo comercio marítimo que tenía hasta entonces,
la hoy, ciudad de San Antonio Oeste.
Resultaba más rápido y económico transportar mercancías hacia o desde Buenos Aires
en tren, que por barcos.
En la imagen se puede observar la descarga de materiales para la construcción
del ferrocarril en muelle de Punta Verde en 1908
Foto
Gentileza 
Museo Municipal San Antonio Oeste
Colección Fotográfica Cayetano Leiva

El día ocho de abril, ya instalado en Puerto San Antonio -nombre con que se lo conocía entonces al actual San Antonio Oeste- busco a un doctor italiano  de larguísima barba del cual lamentablemente, no aporta datos.

Luego de la cena en la fonda donde alojó y que también utilizaba el médico para pernoctar, el suizo le preguntó si era “mago” y podía extraer muelas sin dolor. Cuando el italiano le preguntó la cantidad de muelas que tenía que quitarle de la mandíbula y al oír que eran tres, dio un respingo y dijo que sólo podía prometer actuar con cuidado y delicadeza.

San Antonio Oeste en 1911
(circa)
Río Negro
Argentina
En tiempos que lo visitó Ardüser.
Se pueden ver algunos muelles y embarcaciones amarradas
y sobre la costa pedregosa, las caóticas instalaciones del ferrocarril
Foto
Gentileza 
Museo Municipal San Antonio Oeste
Colección Fotográfica Cayetano Leiva

Esa noche fue muy fea para el constructor de ferrocarriles. Hubo una fuerte tormenta y el agua entro en la habitación donde pretendía dormir un poco. No pudo hacerlo por culpa del ruido del temporal y del dolor que lo afligía.

A las ocho de la mañana fue al hospital bajo la lluvia, donde lo esperaba el médico. Luego de ver su boca, le pidió tiempo para preparar la cirugía y que regresara al mediodía. Finalmente, transcurrida la espera, llegó la hora de averiguar cuanto dolor podría llegar a soportar.

Escribe Ardüser: “Cuando miré la sala con camas, la de operaciones, y observé los preparativos por parte del ayudante del doctor juntando los elementos para la extracción, me convencí de que hay cosas más terribles que te arranquen muelas”. El doctor le sirvió cognac abundantemente y lo recostó en una cama.

Luego agrega: “Fue un trabajo difícil y no se quien sudaba y sufría más, si el doctor o yo. Las muelas estaban encajadas profundamente en el maxilar y alguna salió solamente en pedazos. El profesional me calmaba y me pedía paciencia y le dijo a su ayudante, que me tenía agarrado de la cabeza, que me trajera un coñac doble. Con la raíz de la tercera muela sin extraer, me fui al hotel a acostarme. Al día siguiente me levanté tarde y fui a comprar tabaco para mis colegas y para mí”.

Detalla a continuación las marcas adquiridas: “Allemann”, “América” y “Hebra Negra” en una cantidad de 12/5 kg , los que pagó treinta y un peso con cincuenta y cinco centavos. En su diario se queja de lo caro que están "las cosas" en puerto San Antonio. Los precios no tienen, asegura, ninguna diferencia con los de Bahía Blanca.  Luego compró algo de ropa porque no quería tomar frío al exponerse al fuerte viento de la región. Parece que la extracción de muelas fue satisfactoria porque el suizo no las recuerda más en su libro luego de la visita a San Antonio Oeste.

 San Antonio Oeste en 1912
En la imagen, la antigua calle Comercio
tal como lo conoció el sufrido y valiente Ardüser
Foto
Gentileza 
Museo Municipal San Antonio Oeste
Colección Fotográfica Cayetano Leiva

Mientras estuvo en esta localidad, agregó en el relato, alcanzó a divisar al mar abierto que queda como “una hora de camino del pueblo y la bahía parece un río" –se refiere a la ría de San Antonio, Caleta del Oeste o simplemente “marea”- que se extiende a lo largo de la urbanización. El pueblo es bastante grande, todas las edificaciones son de chapas acanaladas, parecen galpones; muy pocos, con excepción de los Hoteles y el Hospital, por dentro están revestidos de madera. "En Verano son calurosos y en invierno muy fríos. Los barcos, tanto veleros como pequeños vapores, se arriman hasta la estación del ferrocarril y, cuando hay bajamar, el agua desaparece totalmente”.

Dice seguidamente que “a la noche pagué la cuenta del hotel, desde el 4 de abril a la tarde hasta el día 7 a la mañana, once pesos con cincuenta y la del doctor diez. Esta última me pareció realmente barata, esto se lo debo al arquitecto Otto Frei de lo contrario podría haber llegada a veinticinco o treinta pesos. En Bahía Blanca se paga al médico por casa extracción cinco pesos y al dentista diez. Aquí hay únicamente un médico pero ningún dentista”.

¿Quién sería el médico que atendió al valiente Ardüser?

Según narra el francés radicado en San Antonio Oeste René Henry Lefebvre en su libro Mi querido Puerto San Antonio, los dos primeros médicos que trabajaron en esta localidad entre 1905 y 1910 fueron Anselmo Estrella y José Fassone quienes atendían en el consultorio de la enfermería del Ferrocarril recientemente habilitada. Aclara Lefebvre que, luego de estos médicos, apareció el recordado doctor Rogelio Cortizo pero mucho después.

De modo que, ateniéndonos al relato del suizo y habiendo notado que lo identificó como italiano, lo más probable es que haya sido el médico José Fassone el esforzado que se atrevió a quitar tres muelas con copas de coñac y su "ayudante" el otro médico de apellido Estrella. (1)

Observamos una contradicción en las fechas

Ardüser estuvo en San Antonio Oeste en 1911 y Lefebvre apunta que la actuación de Fassone fue hasta el año anterior. Pero sabiendo que el francés citaba datos aportados por la memoria de otros –él llegó a la región a principios del año 1938- suponemos que escribió sin la posibilidad corroborar. Notamos en nuestro trabajo diario en el archivo fotográfico del Museo Municipal de San Antonio, varias discrepancias entre los datos aportados por Lefebvre y otros autores locales como Joaquín Izco debido a la recopilación de datos que proporcionaban de memoria testigos de la época.

Nota

1. Adrián Osovnikar, historiador de San Antonio, aporta la siguiente información: "En el libro de la Junta de Investigaciones Históricas de Río Negro-reseña escrita por Ramón Guerreño- se cita que el doctor josé Fassone falleció el día 13 de marzo de 1910 suplantando el doctor Rogelio Cortizo por un breve lapso hasta la llegada del Doctor Miguel Lembeye-médico ferroviario- quién permanecerá atendiendo al personal ferroviario y pobladores en general, hasta los primeros días de enero de 1930". 

Posteriorme fue  relevado por el doctor Justino Ramos Mexía, padre de  nuestra convecina Teresa Ramos Mexia de Insua. Añado que, luego de la defunción de José Fassone, se incorporaron dos médicos adicionales en los meses subsiguientes. También, justo es recordar, que trabajaron en nuestra ciudad quien sería la primera odontóloga Mika Feldman (reconocida por alcanzar el grado de Capitán durante la Guerra Civil Española) y su esposo Hipólito Etchebehere quien trabajó como técnico dental.

Evidentemente tenemos un problema a la hora de identificar al médico que atendió a Ardüser puesto que, en la página 33 de su libro, lo identifica como italiano. Textual dice: "Ni bien nos arrimamos a la mesa -del hotel donde se hospedaba- fui presentado a un amable caballero con tupida barba blanca. El doctor era italiano del norte". ¿Se equivocó Ardüser al describir la nacionalidad del doctor? Quizás. Habrá que redoblar esfuerzos a ver si se puede dilucidar quién fue el hombre que sacó tres muelas a fuerza de copas.

Bibliografía consultada

Ardüser; Jorge: Un Suizo en la Patagonia. El diario de Leonhard Ardüser. Su trabajo y sus vivencias a la par de la construcción del ferrocarril, en la hoy llamada “Línea Sur” desde San Antonio al lago Nahuel Huapi en 1911-1912; edición del Autor; Bariloche; Río Negro; Argentina; 2004.

Lefebvre; René Henry: Mi querido Puerto San Antonio; Edición del Autor; Río Negro; 1977.

Museo Municipal de San Antonio Oeste, Río Negro, Argentina

TIEMPO

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