jueves, 4 de abril de 2013

EL PAPA FRANCISCO - CRITICADO POR EL ULTRACATOLICISMO


Que un Papa católico sea Sudamericano sorprende, como también que huela a ovejas, queriendo destacar esto, que es de costumbres austeras y caminador de las calles y visitador de los fieles


Que el Papa sonría, hable con amabilidad y se exprese con carisma, que se vista con humildad, que pague personalmente sus cuentas, que se postre y arrodille delante de lo que considera sagrado, bese niños y levante el pulgar o descienda del sencillo papa móvil que lo transporta para besar enfermos y saludar al público, también cae muy bien tanto, que una encuesta de Us Pew Forum lo ubica con un 84% de aceptación popular entre los católicos de Estados Unidos.

Pero a la par que muchos agradecen los gestos de humildad, los puristas católicos fruncen el entrecejo y se disgustan y comienzan a murmurar en tono crítico. Sorprende para mal entonces, que un teólogo recientemente ordenado sacerdote en España salga a criticarlo "por no apegarse" a la liturgia durante sus presentaciones tratándolo irreverentemente de estar "confuso".

El Papa Francisco 
¿Esta litúrgicamente confuso?

Con respecto a la liturgia, el cura español Adolfo Ivorra Nobla, doctor en teología litúrgica por la Universidad Eclesiástica "San Dámaso", afirma que sí en un reciente artículo de su autoría.
 Adolfo Ivorra Nobla
Presbítero
No está de acuerdo con que el Papa Francisco
"Simplifique" la liturgia.

Houston, we have a problem 

De este modo comenzó Ivorra un artículo en su blog Lex Orandi con fecha del 23 de marzo del corriente y que luego reprodujo en La Gaceta y del que se hizo eco Religión Digital, donde se refirió en sentido crítico a los desapegos del nuevo Papa por la parafernalia litúrgica a la que deben prestar atención los sacerdotes de su fe.
Adolfo Ivorra Nobla
Siendo ordenado sacerdote
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Como ultraconservador, el padre Ivorra (ordenado sacerdote en 2011) no aguantó y se despachó contra el Papa Francisco diciendo entre otras cosas:
"Desde que salió por el balcón de la plaza de San Pedro, son ya muchos los que preguntan o expresan su estupor ante un cambio de 180 grados en las formas. Creo que decir que cada obispo tiene su “estilo” no solventa las dudas. Personalmente me da igual que el Papa vista de barroco o de parroquia de los setenta. Me da igual el color de sus zapatos..., Lo que me preocupa grandemente es que el primero en no obedecer las rúbricas sea el “patriarca” de nuestro rito, el romano.
Tenemos un serio problema, sobre todo en el catolicismo latino, con respecto a la correcta apreciación de los signos litúrgicos. De ser ventanas al misterio han pasado a ser “ceremonias” que se tienen que hacer porque toca y, más recientemente, a “cosas” que no sólo no nos acercan a Cristo sino que su materialidad nos puede llegar a escandalizar. El problema de la correcta hermenéutica del signo litúrgico es lo que se demuestra al desobedecer las rúbricas y resituar este gesto del Jesús histórico como un mero acto de humildad.
El problema es todavía mayor si comprendemos que el jueves el Papa no sólo lavó los pies a dos mujeres, sino que una de ellas no era católica, sino musulmana.
Tal y como expresó Benedicto XVI, siendo todavía teólogo, en su libro La fraternidad de los cristianos, la caridad cristiana no es un principio estoico que se pueda aplicar a cualquiera, sino que hay gestos y expresiones que se realizan y comprenden en su justo sentido dentro de la comunidad cristiana".
 Benedicto XVI
Gustaba de lo litúrgico y la pompa eclesiástica

Fariseo y legalista

¿Se acuerdan de los Fariseos? Eran celosos guardianes de los ritos judíos en tiempos de Jesús. Tal es así que no pocas veces se encararon al maestro criticándolo y rasgándose las vestiduras en señal de indignación porque compartía su tiempo con sinvergüenzas y putas. Para ellos era un escándalo que Jesús tratara con mujeres.

Sin embargo, Cristo -la  Segunda Persona de la Trinidad- no solo los replicó con dureza sino que hasta les indicó que estaban destinados al infierno, poco menos. De ellos dice la Enciclopedia Católica recordando las palabras de Jesús: “Los escribas y fariseos (...) ponen cargas muy pesadas en los hombros de los hombres, pero no levantan un dedo para hacerlas mover. Y todo lo que hacen es para tener notoriedad. Porque hacen sus filacterias anchas, y alargan los flecos. Ellos adoran estar en los primeros lugares de las fiestas, y ocupar las primeras sillas en las sinagogas. Y desean obtener los saludos en los mercados y ser llamados Rabí”. El capítulo 23 del evangelio de Mateo es sumamente duro con estos puristas del ritual y la ley. (1).

¿Cómo puede ser esto posible? 

Después de todo, ellos cumplían o decían cumplir, sus ritos con suma precisión. Eran "perfectos" en cuanto al rito y habían tenido conducta ejemplar. Sin embargo, se  habían quedado obsoletos para el Nuevo Pacto de Dios con los hombres. No supieron ver que Dios había virado en sus planes y creyendo que la tradición ritual era el ancla que mantenía a Dios apegado a su pueblo, se aferraron a las costumbres y leyes de Moisés sin entender que Jesús venía a cumplir precisamente con la ley para demostrar que esta ya no servía para la evangelización de los paganos.

Por supuesto, no se los dijo en su momento, pero es lo que luego ocurrió. No por algo la salvación de los gentiles viene de los judíos. Fueron hebreos los primeros cristianos y desde su seno racial y espiritual, llegaron las  aguas vivas a todos los que no conocían a Jehová.

Muchos religiosos asumen la idea que el ritual es mas importante que el mensaje de Salvación. Que respetar las costumbres que inventaron los hombres, es más necesario que la sencillez a la hora de exteriorizar la fe. ¿Quién tiene razón? ¿El purista ritual o el sencillo que lleva su fe con sonrisas y buenas palabras sin desdeñar la ocasional amonestación?

Lo simple siempre es mejor a lo complicado

Sin duda, la sencillez, en estos tiempos de crisis, atrae mucho más la aceptación del pueblo de Dios. La gente quiere humildes enseñando humildad en lenguaje popular. Necesita que el poderoso se revista con el sentir del sencillo habitante de urbes y campos, para experimentar empatía y de este modo, comulgar con alegría las verdades de su fe.

El pueblo católico parecería estar harto en gran mayoría, de príncipes con egos inflados que ostentan orgullo intelectual y superioridad moral y se pasean sus riquezas cual regio emperador en nombre de un Mesías que vivió pobre, manso y muerto en la Cruz. La gente necesita que se las alcance con la sencilla verdad de la Palabra de Dios y no con la aparatosa liturgia que aburre corazones, adormece mentes y aleja a los que llegan con esperanzas.

Por supuesto, nadie esta mofándose o solicitando a los curas católicos ultra conservadores que la liturgia sea abandonada por un pastoreo carismático aunque bien que se la podría simplificar. Sin duda que la tradición tiene su peso y si se quiere, hay que conservarla. Pero la liturgia nunca debería alejar a quienes Dios llama a la vida eterna y antes que el Papa Francisco fuera elegido, vale recordar, la ICAR venía cuesta abajo como avalancha malquerida. A veces no queda otra que comer "en el día de reposo" dejando de lado lo litúrgico. (Lucas 6:1-5)

¿De qué sirve una misa en latín cuando lo popular habla jerga? ¿Cómo llegar con el mensaje de salvación hablando una lengua casi muerta cuando en España por ejemplo, se hablan varios idiomas? ¿Le enseñaras al chino, al esquimal, al mapuche, al argentino o al bosquimano en latín lo que Dios le demanda? ¿Visitarás las villas de  emergencias, las chabolas miserables, las barriadas de indigentes practicando ceremoniales litúrgicos o en ropas sencillas?

El pueblo no quiere colonización lingüística y litúrgicas que no entiende, sino humildad verbal en la lengua propia. ¿Acaso Cristo enseñó liturgia en rito hispano o en algún otro ritual? ¿Adherían a la liturgia hispánica o hispano-mozárabe los apóstoles? Por supuesto que no. Estos ritos no existían en tiempos de Pablo y el resto de los apóstoles. Estas cosas no son sino, inventos de amadores de ritos y pompa a la que revisten de sacra solemnidad y nada más.

El Cardenal de Nueva York Timothy Dolan está de acuerdo y feliz con la nueva forma de actuar del Papa Francisco. El ha dicho según cita Religión Digital: "el nuevo Papa está intentando "restaurar el brillo de la Iglesia", con una propuesta de "retorno a los valores bíblicos de simplicidad, sinceridad y servicio, a una religión sin adornos". La figura del papa Francisco, natural de Argentina, "significa mucho (...) Nos recuerda cómo la Iglesia está creciendo y que es universal", dijo Dolan en una entrevista con el programa "Face the Nation" de la cadena CBS. el programa "This Week" de la cadena ABC, Dolan admitió que a veces "hay una desconexión" entre la realidad y lo que está pasando en la sociedad "con lo que Jesús y su Iglesia enseñan", y eso es "un reto" para la jerarquía católica.

Timothy Dolan
Cardenal de Nueva York
Se muestra complacido con la conducta papal
Como él, millones de católicos más
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Esto lo dice un Cardenal de una de las ciudades más importantes de Estados Unidos y no un cura profesor de metodología de investigación y de libros litúrgicos modernos, en el Centro Superior de EstudiosTeológicos de León (España) recientemente ordenado. Aunque todos tenemos derecho a expresar opiniones, parece desacertado que un cura "nuevo" le recuerde al Papa lo que el Papa no solo conoce sino que parece querer a propósito, dejar de lado.

Las mujeres, fuera de la liturgia

Es lo que dice el cura Ivorra Nobla. Se molesta con lo femenino cuando critica la falta de apego litúrgico en el lavado de los pies durante la Semana Santa.  Entre quienes fueron lavados por el Papa Francisco no solo había presos sino también dos mujeres; una católica italiana y la otra, para colmo de su estupor; de fe musulmana y nacionalidad serbia.

Para finalizar, una cita más: "He vuelto de mis misas de Jueves Santo, una de ellas en la que he tenido que decir a una señora que el lavatorio de los pies es un rito para varones, que así lo ponen las rúbricas del misal, etc. Yo mismo escribí hace seis años el sentido teológico y litúrgico de que sean varones, pues este rito se inserta en la liturgia y participa de la teología del memorial" dice en su artículo.

(C) Marc Pesaresi

Notas

1. Mateo 23:1-36

23  Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo:
En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.
Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecosde sus mantos;
y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas,
y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos.
Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos.
10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.
11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo.
12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
13 Mas !!ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando.
14 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoráis las casas de las viudas, y como pretexto hacéis largas oraciones; por esto recibiréis mayor condenación.
15 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros.
16 !!Ay de vosotros, guías ciegos! que decís: Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.
17 !!Insensatos y ciegos! porque ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica al oro?
18 También decís: Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.
19 !!Necios y ciegos! porque ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?
20 Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él;
21 y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita;
22 y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.
23 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
24 !!Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!
25 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
26 !!Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
27 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
29 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos,
30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.
31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas.
32 !!Vosotros también llenad la medida de vuestros padres!
33 !!Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
34 Por tanto, he aquí yo os envío profetas y sabios y escribas; y de ellos, a unos mataréis y crucificaréis, y a otros azotaréis en vuestras sinagogas, y perseguiréis de ciudad en ciudad;
35 para que venga sobre vosotros toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien matasteis entre el templo y el altar.
36 De cierto os digo que todo esto vendrá sobre esta generación.





lunes, 1 de abril de 2013

CRÓNICAS JESUITAS 2 - BATALLA DE MBORORÉ

 Cuando la pluma, la cruz y la espada
amalgamadas al valor guaraní
dijeron basta a las tropelías de las bandeiras paulistas
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La historia argentino paraguaya que rara vez nos cuentan










Por
Marc Pesaresi






No se concibe hablar de los orígenes de la moderna República Argentina sin mencionar a los Jesuitas. Instalados en Córdoba  en 1599 y un poco más tarde en el Noreste de la Gobernación del río de la Plata y del Paraguay -con sus Universidades y Reducciones- constituyeron hasta su expulsión, un poderoso tapón hacia las pretensiones de la corte portuguesa de apoderarse del resto de Sudamérica (Siglos XVI y XVII).  Sin la presencia de los jesuitas posiblemente las fronteras de Brasil se hubieran extendido hacia el litoral Argentino, todo  Paraguay; incluso lo que hoy es Uruguay y el Río de la Plata.

Las reducciones de aborígenes no las comenzaron los Jesuitas

Según el historiador  y sacerdote salesiano Cayetano Bruno, estas nacieron aproximadamente en 1580, por iniciativa de los franciscanos fray Alonso de San Buenaventura y fray Luis Bolaños en el territorio que hoy ocupa Paraguay. Luego, hacia 1610, se extendieron hacia lo que hoy es Argentina. Hernandarias fue quien dio autorización a los jesuitas para comenzar con las reducciones de la orden.

En diciembre de 1609 se fundó la misión de San Ignacio Guazú en territorio paraguayo y luego otras de las cuales unas  15 quedaron dentro de lo que hoy se conoce como Argentina y de esa cantidad, 11 se ubicaron en la que hoy es la provincia de Misiones. No fue fácil convencer a los indios guaraníes de la conveniencia de vivir todos juntos en poblados  dedicados a cultivar las tierras, la cría de ganados, la construcción y artesanías.De lo difícil que fue agrupar a las tribus, lo demuestra el siguiente suceso: en 1628,  los padres Roque Gonzáles, Alonso Rodríguez y Juan Castillo, sufrieron el martirio cuando trataban de reducir a varias parcialidades aborígenes.  

Cuando este lamentable suceso ocurrió, los curas llevaban ya más de 40 años de misión. Aún así, no habían logrado reducir a todas las parcialidades. Muchas resistían y querían continuar, en todo su derecho, viviendo como lo habían hecho hasta entonces: de la caza, de la pesca y sin tutela de extranjeros. Sin embargo, esta porfiada independencia pronto terminaría. Una turba de esclavistas asomaba en el horizonte amenazando la vida de todos: blancos, mestizos y aborígenes. Un serio peligro unió a todos de repente,  en una defensa épica de los territorios que ocupaban. 

Hacia 1629 los portugueses andaban escasos de mano de obra esclava para sus gigantescas plantaciones de Brasil de modo que no se les ocurrió mejor idea que empezar a esclavizar indios que habitaban hacia el interior de las costas. Para esta infame tarea contaron con la ayuda de las tribus tupíes. A esta situación llegaron debido a la presencia de los Holandeses en el norte de Brasil.(1)


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Holandeses, protestantes y piratas

En el siglo 17, luego de una feroz guerra independentista y religiosa contra España, las Provincias Unidas como se llamaba entonces  Holanda,  tuvo un importante auge comercial y su flota comenzó a singlar los mares en todas direcciones. Mediante la piratería llegó a controlar el Atlántico Sur complicando las operaciones comerciales no solo de Portugal sino también de Inglaterra y sobre todo España.  Llegaron a afectar tanto el comercio de esclavos, que las haciendas portuguesas en Brasil, por ejemplo, se quedaron sin trabajadores. 

Pronto los portugueses se dieron cuenta que los guaraníes tutelados por los jesuitas, se  habían transformado en trabajadores agropecuarios bien adiestrados de modo que su valor se duplicó. Un esclavo  negro era bueno trabajando por su resistencia física pero demandaba tiempo adaptarlo a las técnicas de laboreo en las haciendas. Por el contrario, los guaraníes gracias a los jesuitas, eran mano de obra capacitada y además, excelentes artesanos.


Las Misiones de los jesuitas
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Fue en este contexto  cuando los hacendados y fazendeiros portugueses comenzaron a esclavizar indios del alto Paraná. No les fue difícil encontrar voluntarios para la tarea de cautivar entre las grandes masas de delincuentes ociosos de Brasil debido a que, la región de Piratininga donde en 1553 fue fundada San Pablo,  carecía de oro, diamantes y plata como para mantenerlos ocupados. Entre estos verdaderos salvajes, se reclutarían las temibles bandeiras. (Se las llamó de este modo porque avanzaban detrás de sus estandartes).


Las  bandeiras estaban organizados y dirigidos como una empresa comercial y sus tropas se enrolaban  mamelucos (mestizos de portugueses e indígenas), renegados tupíes y aventureros extranjeros entre ellos holandeses, ingleses, franceses y alemanes. Por supuesto, su actuación en territorio de la corona española no fue a pura invasión por la fuerza. Los portugueses fueron hábiles a la hora de sobornar a no pocos funcionarios de la corte española en Sudamérica -sobre todo a los hacendados paraguayos- para que demoraran o hicieran la vista gorda a sus rapiñas de seres humanos. 

Uno de los más corruptos paraguayos fue Luis de Céspedes García Xería. En 1629 al hacerse cargo del gobierno de Paraguay, se casó con Victoria de Saá perteneciente a una familia de ricos hacendados de Río de Janeiro  y sobrina del Gobernador de la ciudad carioca. Esta unión reforzó sus relaciones con los paulistas y lo proyectó comercialmente hacia otras regiones del imperio lusitano. Céspedes García Xería detestaba a los jesuitas por varias razones.

Primero, su presencia les impedía "encomendar" las tribus guaraníes y segundo, los jesuitas  "quitaban" tierras aptas para la labranza y cría de ganado ya que la orden ocupaba grandes extensiones. Además, los monjes no eran permeables a la corrupción. De modo que pronto se vio tramando junto a los intereses paulistas diversos modos de lucrar.

De esta manera, los esclavistas se aseguraron cierta tranquilidad "política" antes de cruzar el límite del Tratado de Tordesillas, el cual a la corta  perdió su importancia en el  período cuando  Portugal formó una unión dinástica aeque principaliter  con la Corona de Castilla. La osadía de las bandeiras fue tanta, gracias a la coima, que incluso llegaron hasta el Virreynato de Perú. Detrás de estos "comerciantes de seres humanos" se encontraban -obviamente- los intereses de la corona portuguesa que nunca dejó de pretender apoderarse del  resto de Sudamérica.

Primeras bandeiras

Sin bien los primeros ataques bandeirantes se registraron en 1610, no fue hasta 1628 y 1631 que se iniciaron  las invasiones más sangrientas. Estas agresiones coinciden con los ataques marítimos llevados a cabo por los corsarios protestantes. Tres jefes bandeirantes Raposo Tavares, Manuel Preto y Antonio Pires- se concentraron en saquear las reducciones del Guayrá, (región que en la actualidad pertenece a Brasil pero que supo estar bajo dominio de la corona española) capturando miles de guaraníes que más tarde subastaron en los corrales de  San Pablo. 

Sin embargo, las ganancias no fueron las esperadas ya que, de unos 5000 guaraníes capturados, solo se vendieron unos 1500 y esto debido más que nada, al terrible maltrato que les dieron los esclavistas que acabó con miles de ellos.


 Región de Guairá
Con las reducciones de los jesuitas
Mapa
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El terror que provocaron las bandeiras dislocó las reducciones jesuíticas. De pronto, 15.000 o más aborígenes comenzaron a huir y buscar refugio entre grandes penalidades. La región del Guayrá quedo despoblada obligando a los monjes a crear otras reducciones para albergar a quienes escapaban de la violencia paulista. Fue así que nacieron   San Ignacio Miní y Loreto en territorio de la actual Provincia de Misiones. La magnitud del desastre solo se puede cuantificar cuando se observa que la población cristianizada por los jesuitas alcanzaba al medio millón de indígenas. (Para entonces Buenos Aires era un pequeño poblado con unas 3000 personas aproximadamente mientras que Guairá y regiones adyacentes concentraba medio millón de indios cristianizados (2)).

Los años 1636 y 1637 fueron desastrozos. Las malocas de Raposo Tavares y Andrés Fernández, Francisco y Jerónimo Bueno arrasaron con las ricas misiones de San Cristóbal peinando lo que quedaba de la Guayrá y territorios adyacentes. Desesperados, los jesuitas enviaron a los padres Diego de Boroa y Diego de Alfaro a solicitar auxilio a Paraguay y Buenos Aires. Sin embargo, la mayoría de las autoridades paraguayas coimeados por los paulistas  no prestaron colaboración no así en el río de la Plata donde al menos, fueron recibidos por las autoridades quienes prestaron alguna colaboración.

Tampoco algunas gestiones realizadas en Brasil para terminar con los ataques, tuvieron resultado positivo. El dinero era tanto involucrado y los intereses comerciales un muro tan alto que las comisiones jesuitas nada pudieron hacer.

Caacapaguassú

En 1638, envalentonados los paulistas con sus saqueos, violaciones e incendios, armaron una nueva bandeira bajo el mando de Raposo Tavares. Como era costumbre, al avanzar hacia el sur quemaron las misiones de Caamo y Caaguá hasta fortificarse en Caacapaguassú donde intentaron crear una fortaleza. Esto demuestra que el jefe de la bandeira venía ya con el visto bueno de la corona portuguesa para establecerse por la fuerza y de ese modo,  arrebatar  tierras a los españoles.

Hartos los jesuitas de tanta violencia decidieron reaccionar. Diego de Alfaro, Superior de la Orden en la provincia de Paraguay, convocó a todos los religiosos y caciques a un parlamento. Entre tanto, pidió ayuda una vez más al gobierno paraguayo pero el nuevo gobernador Pedro de Lugo y Navarra apenas le envió 60 soldados mal equipados como para salvar las apariencias.

A pesar de todo, los jesuitas rejuntaron un ejército de unos 4000 efectivos que fue puesto bajo el mando del cacique Nicolás Nhienguirúy y del padre Diego de alfaro. De inmediato marcharon hacia Caacapaguassú sitiando al recinto bandeirante. El 17 de enero comenzó el ataque y se mantuvo firme hasta que lograron penetrar el reducto.

En medio de la batalla una bala de mosquete impactó el lado izquierdo del padre Diego de Alfaro; quien arremetía  a caballo; arrancándole el ojo y provocándole una herida mortal. Llevado al campamento base de los jesuitas, recuperó el conocimiento a tiempo para recibir con sus últimos alientos la extremaunción  Luego expiró entre las rabias y llantos de los guaraníes que lo apreciaban muchísimo.

Unos 2000 cautivos fueron liberados, capturados numerosos prisioneros entre ellos unos 17 portugueses. Esta batalla sería de consecuencias muy graves para el comercio esclavista. Cuando los supervivientes llegaron a San Pablo, contaron toda suerte de exageraciones y hablaron de la crueldad de los jesuitas. Esto motivo que, en venganza, se armara otra bandeira con el propósito de liberar a los portugueses prisioneros y acabar definitivamente la misiones de los jesuitas.


Mbororé

El jesuita Ruiz de Montoya fue recibido por el rey Felipe IV y de inmediato lo informó de la gravedad de los acontecimientos. El 21 de mayo de 1640 el monarca firmó una Real Cédula por la que transfería al Virrey del Perú el poder para armar  a los guaraníes condenando el tráfico de seres humanos. Si bien la ordenanza real llegaría cinco años más tarde a Lima, los jesuitas no esperaron todo ese tiempo sino que tomaron la iniciativa. En 1639 habían conseguido de Buenos Aires  y de la Real Audiencia de Charcas las autorizaciones para que los aborígenes portaran armas de fuego.El gobernador de Buenos Aires, Pedro de Rojas y Acevedo envió varios instructores y armas y el papa Urbano VIII dispuso que los bandeirantes católicos fueran excomulgados. Como era de esperarse, los portugueses reaccionaron con más furia que nunca y casi matan a los monjes jesuitas que se encontraban en San Pablo tramitando un alto al fuego.

Finalmente en septiembre de 1640 partió la nueva  bandeira. Se sumaron a  esta expedición -que no solo venía ya a saquear y esclavizar sino a cobrar venganza y apropiarse de territorios- varios nobles portugueses e hijos de acaudalados entre quienes se encontraban Antonio de Cunha Gago, Juan Leite y Pedro Nunes Dias. Unos 400 naturales de Portugal ingresaron a las filas bien equipados y armados con espadas, petos o armaduras parciales y armas de fuego. Como siempre, se sumaron los renegados Tupíes(3) y mestizos ademas de negros esclavos. 

Todo este ejército de unos 3500 efectivos comenzó a singlar por el río Uruguay en unas 700 canoas.Notificados los jesuitas del avance del enemigo, el Superior de la Orden el padre Claudio Ruger ordenó concentrar el ejército guaraní de unos 4200 efectivos. El armamento tradicional indígena consistente en arcos y flechas, puñales, macanas y hondas  fue reforzado con 300 arcabuces y piezas de artillería algunas de las cuales fueron enviadas desde Buenos Aires.

De inmediato comenzaron la construcción de balsas con unas novedades. Se las "fortificó" con troncos para resistir las piedras y flechas que arrojaban los tupíes y además, proporcionar algún tipo de "blindaje" contra los disparos de arcabuces. Un arma un tanto extraña que utilizaron en esta batalla los guaraníes fue el tambetá que era una quijada afilada y la cual se usaba en la batalla cuerpo a cuerpo como una segadora.

Para mantener a los indios disciplinados, los padres Antonio Cárdenas, Antonio Bernal y Domingo Torres, ex militares, comenzaron a ejercitar a los guaraníes en marchas y maniobras militares ademas de técnicas de combate. Simultáneamente, los padres Pedro Mola, Cristóbal de Altamirano, Juan de Porras, José Domenech, Miguel Gómez, Domingo de Salazar, Antonio de Alarcón, Pedro Sardoni y Domingo Suárez se dedicaron al apoyo logístico, la costrucción de balsas, etc.

Las tropas indias fueron colocadas bajo el mando de los caciques Ignacio Abiarú (4) y Nicolás Nhienguirú siendo su estado mayor los caciques Francisco Mbayroba y Azaray. El padre Claudio Ruger se declaró enfermo delegando el mando a los padres Diego de Boroa y Pedro Romero. La base de operaciones fue situada en la misión Asunción de Acaraguá cerca del arroyo Mbororé.

Dos guaraníes que habían escapado informaron en detalle la cantidad de tropas y calidad del armamento que traían los paulistas. El 25 de febrero el padre Altamirano envió río arriba 8 canoas en misión de exploración. Pero en un recodo de un río, se toparon con mas de 300 embarcaciones bandeirantes. Los guaraníes tuvieron una escaramuza con la fuerza invasora y escaparon perseguido por canoas tupíes. Sin embargo los perseguidores cayeron en una trampa cuando se aproximaron demasiado a la línea defensiva guaraní quienes salieron en auxilio de los suyos. En la refriega que siguió los tupíes hubieran sido exterminados a no ser porque comenzó una furiosa tormenta con truenos y relámpagos que obligó a detener las operaciones.

Con la llegada de la noche, acelerada por el mal tiempo, los paulistas intentaron atacar de sorpresa la posición jesuita de Acaraguá. En la oscuridad, 250 guaraníes en 30 canoas sostuvieron con valor el ataque a la luz de los relámpagos, contra una fuerza superior compuesta por mas de 100 embarcaciones. Altamirano juzgo prudente retirarse ante la magnitud de las fuerzas invasoras o arriesgaba a perder todos sus efectivos. Antes, ordenó destruir todos los cultivos y víveres para no dejar nada a los atacantes. Esta desición fue acertada ya que el hambre condujo a los atacantes hacia el terreno que los jesuitas y caciques generales habían elegido para presentar combate.

Cuando llegaron a Mbororé se encontraron con las fuerzas guaraníes en línea de batalla y con la novedad que habían fortificado las orillas. Hasta las mujeres colaboraban acarreando todo lo que se necesitaba para mantener a los hombres en buenas condiciones. Durante dos días los invasores tantearon la situación mientras decidían que hacer. 

Los jesuitas entre tanto, acumularon más refuerzos y confesaron a todos los que iban a pelear. El 11 de marzo de 1641 la bandeira abandonó Acaraguá y avanzó río abajo con unas  300 embarcaciones.  A las dos de la tarde, 60 canoas al mando del cacique general Ignacio Abiarú tomaron la iniciativa pasando al ataque enarbolando el estandarte de Francisco Javier.  Luego de una breve arenga, Abiarú condujo a los suyos directo al medio de la formación enemiga comenzando la batalla que duraría casi una semana. Al frente de la singular flotilla fluvial, guiaba la acción una balsa donde iba montado un pequeño cañón que, al hacer fuego, comenzó a hacer estragos en las filas tupíes.

La noche alivió el combate que hasta el momento, resultaba desfavorable a la bandeira. Catorce canoas y algunas balsas fueron capturadas y muchos prisioneros. Al día siguiente, 12 de marzo, los jesuitas pensaron llevar el combate a tierra firme pero los paulistas no aceptaron batallar lejos del río y por fuera de sus fortificaciones.  En eso que parlamentaban jesuitas y caciques los pasos a seguir, llega un mensajero tratando de negociar la paz pero no le fue aceptada la oferta. De inmediato sitiaron el campamento bandeirante por tierra y desde el río sospechando que fuerza invasora estaba maltrecha y buscaban artimañas para reorganizarse.

Desde el 12 hasta el 16 de marzo, el campamento enemigo fue bombardeado sin cesar. Comprendieron los bandeirantes que ya la suerte en la batalla les sería adversa y decidieron parlamentar. Tenían muchos heridos y además, nada de víveres. Pidieron un nuevo tiempo para negociar la paz pero era tanto el daño que habían hecho, que los indios no querían saber nada con rendición. Los querían exterminar para siempre y alejarlos definitivamente de las tierras labradas.

El 16 salen de la fortificación y procuran forzar el bloqueo navegando río arriba. Pero de inmediato son acosados por los guaraníes con tanta determinación que comenzó una masacre. Sin embargo, valiéndose de las armas de fuego, los invasores alcanzaron a llegar a la desembocadura del río Tabay solo para encontrarse que los estaban esperando otros 2000 guaraníes formados en línea listos para la pelea. 

Solicitaron clemencia otra vez pero los caciques guaraníes  se negaron a proporcionarla y los jesuitas no hicieron mucho para interceder. Ellos también estaban contagiados por el ardor de la guerra.Finalmente arremetieron los bandeirantes contra la banda oriental del río Uruguay buscando la salvación pero fue un esfuerzo inútil. Los estaban aguardando y sufrieron constantes ataques que los diezmaron. Perdido el orden marcial, la bandeira se fue disgregando en pequeños grupos que fueron cazados sin piedad. La persecución aborigen fue mortal. Los tupíes eran muertos sin miramiento alguno y los portugueses asesinados así se rindieran.

Durante meses, luego de la batalla, partidas de guaraníes peinaron prolijamente la zona hasta no dejar a ningún bandeirante en actitud de pelea. La batalla había sido terrible. De los 3000 paulistas que iniciaron el ataque, solo un puñado de tupíes regreso a San Pablo junto a 120 portugueses y mamelucos. Hubo un intento posterior por socorrer a los derrotado pero el padre Altamirano junto con las tropas guaraníes de Abiarú interceptaron a los paulistas y derrotan a finales de 1641.Con esto, cesaron por muchísimo tiempo, las temibles bandeiras. En los territorios portugueses de Brasil, ahora sabían que los jesuitas no solo eran capaces de cultivar tierras sino trabar tan fuerte amistad mediante el vínculo religioso, que los guaraníes se habían constituido en un ejército regular que había que respetar.



Los calvinistas holandeses

El origen de las Bandeiras

En Brasil los bandeirantes se los considera héroes. Son reconocidos por la mayoría del pueblo brasileño y sus autoridades, como "valerosos" soldados que expandieron el territorio, contribuyendo a la grandeza de Brasil. Las autoridades de ese país  dedicaron en su honor numerosos monumentos. Por el contrario, para los pobladores argentinos, paraguayos y uruguayos que debieron sufrir sus violencias,  estas personas no son otra cosa que piratas de tierra firme, salvajes y ladrones.

Un detalle a considerar. La causa de toda esta barbarie paulista la tenemos que rastrear, en el auge de la expansión marítima protestantes.Las bandeiras quizás, no habrían tenido su razón de ser sin el auge del comercio  holandés.


Monumento a las Bandeiras
Sao Paulo
Brasil
Obra del Arquitecto Vitor Brecheret
Fue inaugurada en 1953
Foto
Gentileza Wikimedia Commons

Recordemos que los holandeses se habían adueñado del Atlántico Sur e incluso, se apoderaron de colonias portuguesas en India -fundando la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales en 1602 y en 1621 la Compañía Neerlandesa de Indias Occidentales- mientras luchaban en lo que se ha llamado la guerra Luso-neerlandesa.


En verde claro
Compañía Neerlandesa de Indias Orientales
En verde oscuro, Compañía Neerlandesa de Indias Occidentales
En estos territorios, misionaron los calvinistas,
Hasta que Holanda fue derrotada por ingleses y franceses.
Gentileza
Wikimedia Commons

Con una flota de corsarios, maltrataron el comercio de las indias que Portugal se vio en estrecheces económicas y lo mismo España. Incluso, los protestantes se apoderaron de Pernambuco, al norte de Brasil, desde donde zarpaban para atacar a los portugueses y a los españoles más al sur. Simultáneamente, instalaron varios templos de la Iglesia Reformada Neerlandesa desde donde los calvinistas misionaron durante unos 30 años por todo el norte de brasilero. Cabe preguntar:  si los corsarios holandeses no hubieran sido vencidos por los protestantes ingleses y los católicos franceses ¿serían hoy Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay de confesión protestante?
 
(C) Marc Pesaresi


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Notas



1. La Holanda del siglo XVII se parecía a una democracia moderna. Cada provincia conservaba autonomía siendo presidida por un Estatúder que a su vez respondía a otro  Estatúder General quien residía en La Haya presidiendo los Estados Generales o Cámara de Representantes. 

Dueños de unos 10.000 barcos, los holandeses comenzaron a expandirse apropiándose a partir de 1620, de Java, Molucas y Malasia e incluso, se atrevieron a atacar las fortificadas colonias portuguesas de India. 

En Sudamérica, entre tanto, atacaron Brasil, las Guyanas y Curazao y en Norteamérica fundaron Nueva Amsterdam que hoy se la conoce como Nueva York. Incluso estuvieron presentes en Patagonia tanto oriental como occidental donde colaboraron con los mapuches en sus frecuentes escaramuzas con los españoles. (Los ingleses acabarían con el poderío marítimo holandés en 1655 y los franceses, por tierra, finiquitaron al reino de piratas protestantes hacia 1672).

2. Hacia 1640 las misiones de los jesuitas eran 152 y tenían medio millón de guaraníes cristianizados (incluyendo omaguas, ucayabes, etc.) y se extendían por desde Maynas, Marañón, Quito hasta Pará y la cuenca del Plata, según Lorenzo Hervás, Catálogo de las lenguas de las naciones conocidas..., pp. 260-261.

3. La parcialidad Tupí era enemiga ancestral de los Guaraníes. De allí su colaboración con las hordas paulistas.

4. El Ministerio de Ecología y Turismo de la provincia argentina de Misiones, honra la memoria de este bravo cacique guaraní. A partir del decreto Provincial N° 239, se denominó con el nombre de "Capitán Cacique Ignacio Abiarú" al mirador sobre el arroyo Acaraguá de la ruta Costera N° 2 "Papa Juan Pablo II".


Bibliografía consultada


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Chamorro; Graciela: Teología Guaraní; Colección Iglesias, Pueblos y Cultura; Paraguay; 2004.

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Foto Portada 

Cortesía Misiones Online












miércoles, 27 de marzo de 2013

CRÓNICAS JESUITAS 1 - INICIOS y RECONQUISTA

Europa, siglo XVI


Gracias a la elección de un jesuita como el nuevo Papa Francisco de todos los católicos, la orden esta de nuevo en boca de las personas. Para bien o para mal, la gente habla de los monjes que, en sigilo, tramitan poder para el Vaticano. 

Evangélicos en Patagonia publicará una serie de artículos sobre este famoso grupo religioso y su relación con los protestantes a lo largo de la historia. Ambos colectivos son contemporáneos y se han enfrentado en numerosas oportunidades con la teología, la espada y las misiones. 

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No hay nada más complicado que cronicar la historia de los Jesuitas. Dificilmente exista orden católica que se ame u odie tanto como a la Compañia de Jesús. Numerosos blogeros, escritores, periodistas, historiadores, se han ocupado de sus actividades. Sin embargo, muchos informes denotan sesgos  por odios, revanchas o bien, afanes apologéticos contrarios a la orden que empañan la ventana por donde atisbar lo histórico. La historia "negra" de los Jesuitas se ha labrado a lo largo de muchos siglos y junto a los desaparecidos Templarios, despierta pasiones y controversias sin fin entre los investigadores. ¿Cómo separar la verdad de la mentira? Hay tantas voces gritando sus "verdades" que averiguar quienes fueron los jesuitas parece una tarea vana.

Íñigo, el fundador
De la guerra al misticismo

Los Jesuitas no habrían existido a no ser por Ignacio de Loyola; nacido en  Azpeitia en  1491 y fallecido en Roma en 1556. Este vasco guerrero, debido a una herida en batalla, encontró en Dios suficiente consuelo en sus amargas horas que, en agradecimiento, se aboco a la tarea de servir a Dios. Por supuesto, el proceso no fue lento y demoró algunos años. Nadie pasa a servir al Señor en grandes cosas de la noche a la mañana.

Existen algunas controversias de como fue llamado en principio durante su bautizo. Íñigo López de Loyola argumentan algunos. Pero entre los Jesuitas se dice que también se lo conocía como Íñigo López de Recalde. Aparentemente su nombre no le gustó ya que se lo cambió por Ignacio. Esta modificación se discute en que momento se produjo pero tiene que haber sido luego de 1537 ya que  a partir de ese año, firma sus cartas como Ignacio o en su versión latina Ignatius. 

Aún así, lo solía alternar con Íñigo al que dejará definitivamente de utilizar en 1542 a excepción de una vez, en 1546. Algunos historiadores suponen que el cambio se debió a la devoción de Loyola por  Ignacio de Antioquía. Vivió once años en Castilla bajo la protección del Consejero Real y Contador Juan Velázquez de Cuéllar. En 1517 comienza a servir al duque de Nájera don Antonio Manrique de Lara, Virrey de Navarra. Entre 1520 y 1522 participa en las Guerras de las Comunidades de Castilla. 

Luchando en el bando castellano, Loyola se encontraba en Pamplona matando enemigos cuando aparecieron en el horizonte,  tropas franco-navarras que arribaban para combatirlos. En la batalla que sigue a continuación, es herido por una bala de cañón que le inutiliza temporariamente las dos piernas. 

Mientras se recupera de las dolorosas heridas, alguien le alcanza el libro La vida de Cristo de Ludolfo de Sajonia. Y a la par que lee, comienza a despertar en él, la vocación de servir en el ámbito religioso. Sin embargo no sería hasta tener una visión de la Virgen María -dicen las crónicas- que decide definitivamente abandonar la vida de soldado para dedicarse al sacerdocio. Se dice que sufrió de misticismo en esos días. 

Mal vestido y descalso, vivió en Manresa -previo paso por Barcelona donde abandona definitivamente sus ropas militares- de la caridad casi diez meses en una cueva. Luego de rezar y ayunar, entiende que su vida no es la de peregrinar en soledad sino servir a los demás. Esta convicción lo lleva a Roma y luego a Jerusalén. De regreso a Barcelona y por consejos de amistades entre quienes se encuentra Isabel Roser decide estudiar. Se inscribe en Alcalá de Henares y consigue un trabajo de cocinero y enfermero en el Hospital de Antezana. 

 Íñigo, en búsqueda de Dios

Para entonces ya había desarrollado sus ejercicios espirituales -que aún siguen vigentes en la orden- que no son bien recibidos por todos. Sospechado de herejía debe comparecer antes las autoridades que no encuentran en ellos, nada fuera de la ley. Sin embargo, para Loyola, el ser encarcelado por algo que consideraba sumamente cristiano, le provoca enojos y decide mudarse a Paris.  En 1528 ingresa a la Universidad de esa ciudad donde estudiará por siete años. Se destaca en teología y literatura a la par que comienza  a hacer amigos.

Hacia 1534 se reunían a rezar y compartir charlas sobre las cosas de Dios seis muchachos que serían futuros miembros de la nueva orden. Estos eran: Francisco Javier, Pedro Fabro, Alfonso Salmerón, Diego Laínez, Nicolás de Bobadilla y Simão Rodrigues. Conviene remarcar en este principio, un detalle que será el estandarte de la orden. La educación. La compañía de Jesús fue fundada por un militar que además, era un académico que amaba los libros y estudiar.

Finalmente, el 15 de agosto de 1537 convocados en Montmartre, luego de rezar, fundaron la Sociedad de Jesús. Luego, deciden viajar a Itala en busca de la autorización papal para más tarde, peregrinar a Tierra Santa. Al regreso, Loyola pasa un tiempo en España visitando familiares y amigos para luego dirigirse a Venecia donde vivirá un año aproximadamente mientras esperaba el visto bueno del Papa. Cuando consigue la aprobación del Papa Pablo III se ordena sacerdote. Posteriormente se dirige a Roma con la idea de viajar otra vez a Tierra Santa pero las revueltas bélicas en la región, lo obliga a ponerse a las órdenes del Vaticano. 

Íñigo y la visión de la Trinidad

Durante este viaje se produce un hecho raro en la vida de Loyola. El afirma haber tenido una visión de la Trinidad en la localidad de La Storta. Según su testimonio, afirmó haber visto que el Padre dirigiéndole la palabra al Hijo mientras le decía: "Yo quiero que tomes a éste como servidor tuyo"  y que Jesús mirándolo le dijo: "Yo quiero que tú nos sirvas". Por supuesto, el lector juzgará positiva o no, lo "afortunada" de esta aparición.

Interesante el hecho que Loyola afirma haber visto a la "Trinidad" a semejanza de lo visto por el proto mártir Esteban, líder de los siete diáconos de la iglesia cristiana primitiva, ordenado por los apóstoles de Jesús. Este buen cristiano de raza hebrea halló la muerte luego de confrontar al Sanedrín en defensa de la fe cristiana. Fue lapidado en las afueras de Jerusalén mientras el futuro apóstol Pablo -aún no se había convertido- alentaba a que lo asesinaran. (Esta visión de Loyola no sería la primera. Recordemos que ya había sido testigo de la aparición de la Virgen María con el niño Jesús). El lector se preguntará :¿adónde está el Espíritu Santo en esta visión trinitaria?
 
Bueno, supuestamente dentro del cuerpo de Loyola facilitando la visión, responderán los fieles católicos. (Es la misma respuesta que dan los protestantes evangélicos, por curioso que parezca, cuando preguntan sobre la visión de Estaban al morir quien afirmo ver a Jesús a la derecha de la Gloria de Dios. El Espíritu Santo en esos momentos finales, estaba dentro del cuerpo de Esteban. (Hechos 7: 55-60) Uno se queda tentado de preguntar si Loyola no tomó de las Escrituras la inspiración para inventar una aparición).

Sin duda, lo "conveniente" de la visión no puede dejar de subrayarse. Que Loyola tuviera semejante bendición, en momentos en que varios cardenales discutían si darle o no el permiso para formar la Compañía, no puede soslayarse. Los escépticos y con razón, argumentarán que este portento no fue más que un invento del vasco devenido en místico con el fin de acelerar el proceso y darle una pátina de brillo divino a sus propósitos. ¿Quién se atrevería a oponerse a lo que pretendía si el mismo Padre aparecía en escena y Cristo mismo lo convocaba a servir? Es posible...

Luego de algunos debates, los cardenales en Roma aprobaron la constitución de la nueva orden y Paulo 3 la confirmó mediante la bula  Regimini militantis en septiembre de 1540. Tres años más tarde otra bula, la  Injunctum nobis, levanta la prohibición de no reclutar mas de 60 miembros dándole la oportunidad de comenzar a aceptar mas miembros. Con esto daba comienzo la Societas Iesu o Compañía de Jesus. El mundo los amará y odiará con el mismo fervor llamándolos Jesuitas.

Íñigo y la reconquista católica
 
Entre los evangélicos los jesuitas tienen muy mala fama. Son vistos como los "ogros" que, mediante mil astucias y artimañas, detuvieron el avance protestante en los reinos mediterráneos. Los autores católicos afirman que Loyola no tuvo en  mente formar una milicia religiosa dedicada a combartir pura y exclusivamente a los luterano sino colaborar para fortalecer la fe católica que venía perdiendo territorios sobre todo en Europa. Sin embargo es imposible imaginar a la orden de brazos cruzados cuando los protestantes se apoderaban de las almas de inmensos territorios que antes tributaban al catolicismo romano. Sobre todo cuando la violencia pasó de la amenza a los hechos.

Cuando Loyola funda la orden de los Jesuitas, Europa ya estaba repartida entre dos bandos religiosos antagónicos. Por un lado el protestantismo que se propagaba veloz por Alemania y reinos vecinos y el catolicismo arrinconado en los reinos mediterráneos. Aún no se había reconocido el derecho de los protestantes a ejercer su fe libremente (esto recién ocurriría en 1555) y ambos grupos parecían destinados a una guerra generalizada por toda Europa, cosa que finalmente con el tiempo se produjo y cuyo desarrollo y consecuencia será tema de otro artículo.

Existen algunos protestantes que aún creen que la Reconquista católica comenzó gracias a los Jesuitas. Esto no es verdad. La reacción del Vaticano había comenzado mucho antes que Loyola llegara a la escena religiosa. Recordemos que Lutero ya había comenzado a oponerse a las Indulgencias en 1516 de modo que justo es reconocer, Loyola llega dentro de una amplia reacción católica pero no fue ni inspirador tampoco iniciador de ninguna contrareforma. Fue parte de la misma y nada más.

Sin embargo, cuando Paulo 3 convocó al Concilio de Trento en 1545 la compañía de Jesús que llevaba ya, 5 años de existencia, tuvo una destacada participación gracias a los jesuitas Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Francisco Torres.

Reunidos todos los cardenales y obispos comenzaron los meas culpas, recriminaciones, estudios de situación y propuestas de como encarar el avance del protestantismo que por entonces, amenazaba con instalarse con fuerza en Italia inclusive. Los debates fueron largos, nada menos que 18 años. En todo este tiempo, doctrinalmente se condenó todos los principios de la fe protestante y se fijó el dogma católico.

Frente a la sola fe, sola escritura de Lutero, se oficializó la necesidad de las obras junto con la fe para demostrar que el Espíritu Santo estaba presente y no había abandonado al catolicismo. Simultáneamente se declaró que si bien el cristianismo tiene sus bases en la Biblia esta no podía ser interpretada por fuera de la iglesia. Con esto se instaló la censura en materia de libre interpretación de las Escrituras. Hasta el día de la fecha, aunque ya no hay restricciones al respecto, la mayoría de los católicos asisten a misa desprovistos de la Biblia. Tal fue el arraigo de la costumbre instalada a fuerza de miedos. Cualquiera que leyera las Escrituras por si mismo en el catolicismo de esos días de inmediato era sospechado o tenido por hereje.

En cuanto a la disciplina esclesíastica, muy deteriorada por causa de las anteriores administraciones que se dedicaron a lucrar con la venta de cargos y puestos eclesiásticos, se restauró la obediencia al Papa y se mejoró la capacitacion de los monjes. Fue en este contexto de necesidad de mejorar la educación que llegaron los jesuitas  a descollar. Como universitarios, estaban mejor preparados que las demás órdenes, para educar a las clases gobernantes y así lo hicieron donde quiera que fueron.

Por ejemplo, estuvieron involucrados en Polonia donde el monarca Segismundo III apodado "el rey de los jesuitas" sobresalió con un fanatismo mortal en contra de los que habían adherido a la reforma. Sin embargo, apuñalado por la espalda por el belicismo de los ortodoxos eslavos que no iban a permitir el avance católico hacia las estepas rusas y al entender que no podía luchar contra dos enemigos formidables, no le quedó otra que respetar los postulados de la Confederación de Varsovia en 1572 reconociendo las confesiones ortodoxa y protestante.

El Concilio  decidió que la jerarquía debería reunir condiciones éticas intachables, capacitar en seminarios a todos los religiosos -aquí los jesuitas tuvieron otra activa participación- y se exigió celibato clerical. Se prohibió a obispos tener  bienes terrenales y se les obligó a vivir en sus diócesis.


Para contrarestar la teología protestante, se impuso la necesidad de la iglesia como mediadora (los protestantes afirmaban que solo Cristo es mediador entre el Padre y los hombres), la necesidad mediadora de la iglesia como cuerpo de Cristo para obtener la salvación de las almas (este punto horrorizó a los protestantes que vieron aquí una herejía ya que solo Cristo salva según las Escrituras), se re afirmó la autoridad Papal como cabeza de la iglesia (algo que tampoco fue del agrado protestante quienes argumentaron que la única cabeza era Cristo) además de enviar a los párrocos la órden de predicar domingos, días festivos y registrar nacimientos, matrimonios y fallecimientos. Con esto, se aseguraba la iglesia católica, un control más efectivo de mentes y corazones de la población además de vigilar la fidelidad de las masas.

Se convalidó los siete sacramentos y se insistió que la fe sin obras no era lícita - esto en contra de las enseñanzas de Lutero quién afirmaba que el hombre se salva por fe y no por obras y que estas no eran sino, testimonios de la fe- y se dedicó tiempo a la refutación de la predestinación de las almas, enseñanzas de Calvino. La iglesia católica argumentó en contra que si bien el pecado original existe, este no destruye la naturaleza humana sino que simplemente la daña.

Los protestantes replicaron que el pecado no  solo destruye sino que separa definitivamente al hombre de Dios a punto tal que ninguno, si el Padre no lo llama, puede acercar al único camino, verdad y vida, que es Cristo. Todos estos principios fueron resumidos en el Catecismo del Concilio de Trento. Quizás, la medida más siniestra de este evento, fue la restauración de la Inquisición que había sido empleada por primera vez en el siglo XIII en Francia, para contrarrestar a los llamado herejes albigenses.

Instalada en España en 1478, se propagó hacia Europa y las Américas con la rara denominación de Santo Oficio. (Extraño nombre en verdad, puesto que autorizaba el uso de torturas y tormentos para obtener confesiones).

Marc Pesaresi

Bibliografía consultada

Hsia; R. Po-Chia: El mundo de la renovación católica; Ediciones Akal S.A.; Madrid; España; 2010.

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